06 octubre 2023

REFLEXION P. GREGORIO MATERIO- INTRODUCCION

 

INTRODUCCION DE UN LIBRO QUE NO SE HA PRESENTADO PUBLICAMENTE 

AL LIBRO QUE ES LA FELICIDAD 



 

Con relación a la felicidad no puedo jamás dejar de hacerme preguntas, muchas preguntas. Preguntas hirientes, preguntas incómodas, preguntas dolorosas. Frits Perls llegó a decir que toda pregunta era una mentira. Creo que no es exactamente así. Lo cierto es que cada pregunta abre caminos hacia nuevas preguntas. Con las respuestas no se acaban las preguntas. La pregunta puede generar silencios, reflexiones, encuentros. Las preguntas, más que señalarme los caminos de la verdad, logran ponerme en contacto con la vida. Y las preguntas inquietantes sobre la felicidad, más que llevarme a nuevos prados de dicha, me abren los cielos inmensos de curiosidad. Todo ser humano viene a ser un denso amasijo de preguntas. ¿Puedo ser feliz? ¿Cómo logran convivir en amigable armonía el dolor y el gozo, la felicidad y la tristeza? ¿Qué preguntas puedo hacerles a mis preguntas?

 

Las respuestas fáciles no suelen ser, en general, buenas respuestas. El proceso de la felicidad no se aprende en el jeroglífico de las preguntas-respuestas, sino en el complicado entramado de la vida humana. La felicidad se aprenderá con los pies, es decir, caminando, buscando horizontes, experimentando. Hay que andar por caminos que nos abran a nuevas sendas. (Valles: Vida en Abundancia. Sal Terrae. Santander. 1993. Pág. 52.) Yo sé perfectamente que los caminos de la felicidad son difíciles de transitar. Están saturados de dudas, de temores, de ambigüedades. Nadie sabe a ciencia cierta donde descansa la felicidad, ni cual es la receta mágica con la que se pueda elaborar. Vemos destellos, como rayos fugaces, que nos tocan, nos acarician, pero que nunca se dejan atrapar. Me ha interesado sobre manera el tema de la felicidad. He leído tratados, libros de divulgación, diccionarios. He preguntado por doquier. Y cuantas más respuestas he obtenido, se han abierto ante mis nuevas y arriesgadas perspectivas. Y me he sentido más perplejo. Lo que para unos es motivo de felicidad, para otros era motivo de tristeza.  He ido tomando nota de todo y, ahora mismo, me dispongo a recorrer los complejos laberintos de un tema inacabable, amplio y tan complejo como la vida misma.

La historia humana es un documento de la inimaginable crueldad y de la extraordinaria destructividad del ser humano. Lo hemos conquistado casi todo a sangre y fuego. Hemos olvidado que nacimos para conquistar la felicidad. Estudiamos matemáticas, química, astronomía, historia y muchas otras materias, pero en ningún sitio nos enseñan como ser felices. Edward L. Bernays, sobrino de Sigmund Freud, señala que debería existir un curso titulado FELICIDAD PERSONAL con prioridad manifiesta en los currículos escolares.

La ciencia de la felicidad ha estado terriblemente descuidada, aunque hoy vaya preocupando enormemente. De hecho, el Dr. Robert K. Jarvik, cirujano de la Universidad de Utah (EE.UU.) mantiene que debe existir un patrón de actividad del sistema nervioso que es la base de la felicidad. Una narradora japonesa del año 1.000, Sei Shonagon, escribió, en su LIBRO DE LA ALMHADA, un largo repertorio de cosas elegantes, cosas odiosas, cosas sin mérito, cosas estúpidas y cosas espléndidas...

 “A fuerza de utilizarlos machacona y gratuitamente, la felicidad y el método para conseguirla se han convertido en lo más barato y tirado que existe en nuestra sociedad”. (Carmen Rico-Godoy) Parece obligatorio ser feliz. Y reconocerlo con claridad. Una manifestación de infelicidad conlleva una larga serie de ofertas: “Será usted feliz si compra este objeto”.

Me he entretenido en considerar las diversas posturas sobre el enigma de la felicidad para, al final, elaborar mi propia síntesis. He recogido varios miles de citas sobre este tema. “No creemos –afirma Chateaubriand- que el arte de citar esté al alcance de cualquier espíritu mezquino que, no encontrando nada en si mismo, acude a espiar en los demás. La inspiración es la que proporciona las citas felices”.

Que me ha interesado siempre el tema de la felicidad es evidente. La he buscado apasionadamente en todos los enclaves del mundo, en medio de aciertos, fracasos, dudas, sinsabores, alegrías. Hoy, después de no pocos avatares y bastantes dudas, me detengo a reflexionar sobre las consecuencias de mi búsqueda, sin que me atreva a señalar conclusiones precisas. He aprendido a relativizar muchas cosas y, entre ellas y de una manera muy especial, la felicidad. Cada ser humano posee experiencias concretas, motivaciones muy personales, una inteligencia irreemplazable, que le permite expresar su personal vivencia de felicidad que, a veces, puede aparecer contradictoria.

Yo creo en la felicidad, mejor, en una forma concreta de felicidad: la que he ido labrando paso a paso a lo largo de mi existencia. Mi credo sobre la felicidad ha sido expresado detenidamente en mi libro ES POSIBLE SER FELIZ, pero me interesa señalar lo que otros han dicho, vivido y sentido sobre este apasionante tema. Por ello, he ido recogiendo todo lo que he descubierto sobre la felicidad. Después de la lectura atenta de innumerables citas, cada uno podrá disfrutar de elaborar su personal criterio, su más íntima convicción. Las respuestas muy académicas, bien elaboradas, hábilmente prefabricadas suelen contener altas dosis de error. La inteligencia despierta suele encontrar muchas más respuestas en la duda positiva que en la conclusión perfecta. Buscar apasionadamente los caminos de la verdad, sin aventurar soluciones irrefutables, suele ser un privilegio de los verdaderos sabios.

“La felicidad es como la salud. En cuanto empiezas a hablar de ella, es que anda mal. Un hombre sano no piensa en su salud, no habla de ella. La felicidad es como un zapato. Si uno se olvida de él, es señal evidente de que está bien ajustado al pie. Igualmente, si alguno practica algún deporte, no piensa si lo está haciendo bien; simplemente juega y disfruta de hacerlo. La mejor teoría sobre la felicidad es dejarla en paz y procurar vivir el momento presente.  Vivir, simplemente vivir. (Valles, Carlos G. Al andar se hace camino. Sal Terrae. 1992. Pág. 193)

Afirma Antonio Gala: “Se han escrito tantas insensateces sobre la felicidad que da lo mismo añadir dos o tres”. El psiquiatra barcelonés, Adolf Tobeña, aventura tres condiciones que conforman la felicidad: La primera seria sentirse espiritualmente a gusto; la segunda tiene que ver con la ausencia de elementos estresantes que pueden ser de carácter económico, ambiental o laboral, pero también y sobre todo, corporal, pues el silencio corporal es muy importante; y, finalmente, la existencia de un cierto equilibrio favorable entre las metas que uno se marca y los logros que puede conseguir. No es ni fácil ni difícil. (La felicidad. Suplemento de LA VANGUARDIA. Enero 1995. Pág. 15)

Richard Bentall, profesor de la Universidad de Liverpool, afirma en el “Journal of Medical Ethics”, que la felicidad debe ser clasificada como un desorden psiquiátrico, más en concreto como “un desorden afectivo mayor, de tipo agradable”. Señala los siguientes criterios de felicidad: “Es estadísticamente anormal, consiste en un conjunto definido de síntomas, está asociada con una serie de anormalidades cognoscitivas y refleja, probablemente, el funcionamiento anormal del sistema nervioso central”.  Afirma, finalmente, que el que no se valore negativamente este estado es “científicamente irrelevante”. El texto es muy curioso, y la revista lo presenta como una cierta broma pesada. Nos parece exagerada la afirmación de que la felicidad es un desorden psiquiátrico, pero estamos conscientes de las dificultades del mundo y de la dureza de la vida. No es nada fácil ser feliz y estar alegre.

La búsqueda de la felicidad sigue siendo la motivación que dirige la mayoría de las acciones. Buena parte del tiempo la contemplamos intentando componer el complicado puzzle de la dicha de vivir. No existen fórmulas para alcanzar la felicidad. Nadie puede afirmar que un alto grado de bienestar suponga necesariamente altas dosis de felicidad. No por el simple hecho de que gocemos de un nivel superior de vida, podemos afirmar que tengamos más amor familiar o mejores amigos. 

-“El legislador no debe proponerse la felicidad de cierto orden de ciudadanos con exclusión de los demás, sino la felicidad de todos.”   (Platón)

-“Siempre aspiré a que mis palabras, las que llevo al papel, continuasen llorando, de pena, de felicidad, de desesperanza, al fin, todo es lo mismo, porque yo las había llorado antes; antes de que desembocasen en el papel blanquísimo, en el papel deshabitado, que es el morir.”  (José Hierro)

 

 

 

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