13 abril 2023

EVANGELIOS DIA 13 Y 14 - P. GREGORIO


 

Jueves de Pascua

13 de Abril 2023

Paz a los atemorizados.

 

Evangelio según San Lucas 24, 35-48

Contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: «Paz a vosotros». Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. Él les dijo: «¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo». Dichos esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: «¿Tenéis, ahí, algo de comer?». Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo: «Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse». Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió: «Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados de todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigo de esto».

INVITADOS A REFLEXIONAR

Le veían con sus propios ojos y no lo creían. Pensaban que era un fantasma. La actitud de los  apóstoles demostraba una tremenda duda. ¿De qué les había servido estar tres años con Jesús? No le habían entendido, no habían captado su mensaje.

Estaban llenos de miedo. Se sentían solos, frustrados, decepcionados. Sus delirios de grandeza se habían esfumado. Ahora tendrían que rehacer su vida, comenzar un nuevo trabajo. Están como ciegos, sordos y sin saber a que atenerse. Necesitan recuperar la claridad mental para saber leer el mensaje profundo que Dios quiere darles.

Cuando Cristo comió delante de ellos, se les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Reconocieron a Jesús, entendieron su mensaje, supieron a qué atenerse. El sol volvió a brillar, se había acabado la tempestad, amanecía una nueva aurora. También a nosotros se nos debe abrir el entendimiento hoy mismo.

Necesitamos comprender el mensaje de la Pasión.

Necesitamos comprender que hay que morir para resucitar.

Necesitamos comprender que Cristo vive en nuestras vidas.

Necesitamos comprender que Cristo se encuentra en el camino.

Necesitamos comprender que la duda fortifica la fe.

Necesitamos comprender que el dolor no tiene la última palabra.

Necesitamos comprender que partir y compartir el pan crea la unidad.

Necesitamos comprender que la paz llega con Cristo.

Necesitamos comprender que las apariencias engañan.

Necesitamos comprender que  hay que ser testigos de la verdad.

Necesitamos comprender que, para testificar, hay que experimentar.

Necesitamos comprender que, sin Dios, vivimos en la oscuridad.

Necesitamos comprender que para Dios todo es posible.

Las comunidades de fe tienen que permanecer unidas, esperando siempre la presencia del Señor. Él llega siempre, cuando nos mantenemos unidos, aunque tengamos miedo. Compartir los sacramentos, orar juntos, sufrir juntos nos abre al consuelo de saber que no estamos solos. En medio de nosotros, siempre está Cristo vivo y resucitado.

Esta Pascua nos brinda provechosas lecciones que cabe aprovechar: Hay que mantenerse unidos en el dolor; hay que esperar la venida de Cristo, pese a las sombras y las ausencias; hay que compartir el pan y la amistad sin egoísmos; hay que dar testimonio de la resurrección de Cristo en nuestras vidas.  P. Gregori Mateu

 

 

Viernes de Pascua

14 de Abril 2023

Tirar de nuevo las redes.

 

Evangelio según San Juan 21, 1-14

Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros discípulos suyos. Simón Pedro les dice: «Me voy a pescar». Ellos contestan: «Vamos también nosotros contigo». Salieron y se embarcaron; y aquella noche no pescaron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dice: «Muchachos, ¿tenéis pescado?». Ellos contestaron: «No». Él les dice: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis». La echaron, y no tenían fuerza para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: «Es el Señor».  Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice: «Traed de los peces que acabáis de pescar». Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla le red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque era tantos no se rompió la red. Jesús les dice: «Vamos, almorzad». Ninguno de los discípulos se atrevían a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo con el pescado. Ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos. 

INVITADOS A REFLEXIONAR

Se aparece Jesús junto al mar. Cerca del agua, cerca de la vida, cerca de la profundidad, cerca de las barcas, cerca de las redes… Para sugerir aventuras, estimular el espíritu de trabajo, decir su mensaje de salvación, proponer sugestivas conquistas, captar nuevos seguidores, dar testimonio de poder espiritual…

Los apóstoles siguen a Pedro y se van a pescar. Pedro entiende de mar, de barcas, de redes, de pesca, de aventuras marinas, de tempestades, de olas... Pero, la realidad es, que después de una dura noche de brega y esfuerzos, no pescaron nada. Necesitaban otro tiempo atmosférico, una mar más profunda, más acierto en el movimiento de las redes, más habilidad en escoger las horas. Están como aturdidos. No conocen a Jesús que les pide información desde la playa. Sólo Juan se atreve a decir: Es el Señor. No habla del que ha muerto, no le contempla desde la decepción. Admite, de nuevo, que es el SEÑOR.

“Echad las redes a la otra orilla de la barca”. Y sucede algo maravilloso: las redes revientan ante el peso de los peces. Una vez más, con Cristo, se multiplican las bendiciones, aparecen los prodigios, se acaban las precariedades. Si queremos ver el milagro de una nueva vida, necesitamos tirar las redes a la otra orilla de la barca, siguiendo las sugerencias de Cristo.

Tira de nuevo las redes de la oración, y recogerás raudales de paz.

Tira de nuevo las redes de la práctica de los sacramentos, y recuperarás la vida.

Tira de nuevo las redes de la fraternidad, y ganarás comunidades de amor.

Tira de nuevo las redes del trabajo, y cosecharás sabrosos frutos.

Tira de nuevo las redes de las bienaventuranzas, y recogerás felicidad.

Tira de nuevo las redes de la humildad, y recogerás aceptación.

Tira de nuevo las redes del optimismo, y recogerás alegría.

Tira de nuevo las redes de la reflexión, y recogerás paciencia.

Tira de nuevo las redes del estudio, y recogerás sabiduría.

Tira de nuevo las redes del perdón, y recogerás misericordia.

Tira de nuevo las redes del Espíritu Santo, y recogerás sanación interior.

Tira de nuevo las redes de la esperanza, y proyectarás vida.

Las redes del Evangelio no se rompen nunca, aunque estén muy cargadas. Los valores del Evangelio siempre producen frutos. Las sugerencias de Cristo resucitado nos llevan en todo momento por las sendas de una felicidad permanente que nadie nos puede quitar.

Los mares de Dios están repletos de peces que es preciso recoger para guiarlos por el Reino de la Vida. P. Gregorio Mateu

 

 

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