Lunes 20 DE FEBRERO 2023
Cuidar a los hijos.
Evangelio según san Marcos 9, 13-28: En aquel tiempo, cuando Jesús hubo bajado del monte, al llegar adonde estaban los demás discípulos, vieron mucha gente alrededor, y unos letrados discutieron con ellos. Al ver a Jesús, la gente se sorprendió, y corrió a saludarlos. Él les preguntó: ¿De qué discutís? Uno le contestó: Maestro, te he traído a mi hijo; tiene un espíritu que no le deja hablar; y cuando lo agarra, lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso. Ha pedido a tus discípulos que lo echen, y no han sido capaces. Él les contestó: !Gente sin fe! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo. Se lo llevaron. El espíritu, en cuanto vio a Jesús, retorció al niño; cayó por tierra y se revolcaba echando espumarajos. Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que pasa esto? Contestó él: Desde pequeño. Y muchas veces hasta lo ha echado al fuego y el agua para acabar con él. Si algo puedes, ten lástima de nosotros y ayúdanos. Jesús replicó: ¿Si puedo? Todo es posible al que tiene fe. Entonces el padre del muchacho gritó: Tengo fe, pero dudo, ayúdame. Jesús, al ver que acudía gente, increpó al espíritu inmundo, diciendo: Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: vete y no vuelvas a entrar en él. Gritando y sacudiéndolo violentamente, salió… Esta especie de demonios sólo puede salir con oración y ayuno.
INVITADOS A REFLEXIONAR
Resulta reiterativo el tema del dominio de los espíritus inmundos en las mentes y corazones de los jóvenes. Dejando de lado los aspectos truculentos de la posesión diabólica, cabe adentrarse en los terrenos resbaladizos de las nuevas formas de actuar del espíritu del mal. No hay duda que el mal se reviste hoy de una forma muy atractiva, con luces multicolores, ritmos musicales atractivos, placeres físicos prometidos, dejando en los corazones jóvenes una resaca interior difícil de superar.
La publicidad alienante tiene la palabra. Muchos jóvenes son mudos, o peor, sólo saben repetir lo que han aprendido de los manipuladores de conciencias. Una supuesta élite, mal llamada progresista, le hace su trabajo al espíritu del mal, enseñando las peores artes del engaño a unas mentes jóvenes que buscan con pasión nuevas formas de vida. ¿No estamos, acaso, un poco dormidos los seguidores de Cristo, encargados de proclamar los grandes valores del Espíritu? ¿Tenemos prendido en nuestras vidas el ardor luminoso del Evangelio? ¿Hemos sabido gritar con convicción que Jesús está vivo?
Es preciso defender la juventud de la estéril sabiduría del maligno y de la lúgubre tiranía de los vicios que inauguran nuevas formas de esclavitud. “No es posible detener la primavera en el año, pero cabe mantenerse joven hasta el fin si en el propio corazón conserva vivo el amor hacia todos los que son dignos de ser amados, guardando abiertos los ojos y el alma para lo que es bello, grande, bueno y veraz”. (Fanny Lewald)
La juventud debe volar con las alas del espíritu.
La juventud debe conservar siempre la ilusión de vivir.
La juventud es una joya que no está en venta.
La juventud es el tiempo de las esperanzas.
La juventud es la edad de los ojos abiertos y curiosos.
La juventud es el paraíso de vida.
La juventud es proyecto, siempre inacabado.
La juventud ha sido creada para soñar, no para arrastrarse.
La juventud es la edad del Evangelio (Buena Noticia)
La juventud es, a menudo, divina impaciencia.
Para liberar la juventud de los malos espíritus, es preciso mantener la fe, practicar la oración y fomentar el ayuno. Podrán pensar algunos, que este proyecto suena a rancio, que está pasado de moda como rito meramente religioso. La fe en Dios, la confianza en uno mismo y la seguridad de que poseemos todos los recursos para ser felices, nos darán alas para volar por encima de rastreras esclavitudes. La oración, como diálogo enriquecedor con Dios y con los seres humanos, en un clima de respeto, sinceridad y verdad, facilitarán que no nos dejemos llevar por los pregoneros de la mentira. Saber ayunar de todo lo que puede contaminar nuestra vida, tanto corporal como espiritual, denotará la personalidad de los que saben llevar el mando de sus vidas renunciando a lo que no les conviene. (P. Gregorio Mateu)
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