Martes 14 de Febrero 2023
Ver y entender.
Evangelio según san Marcos 8, 14-21: A los discípulos se les olvidó llevar pan, y no tenían más que un pan en la barca. Jesús les recomendó: Tened cuidado con la levadura de los fariseos y con la de Herodes. Ellos comentaban: Lo dice porque no tenemos pan. Dándose cuenta, les dijo Jesús: ¿Por qué comentáis que no tenéis pan? ¿No acabáis de entender? ¿Tan torpes sois? ¿Para qué os sirven los ojos si no veis, y los oídos si no oís? A ver, ¿cuántos cestos se sobras recogisteis cuando repartí cinco panes entre cinco mil? ¿Os acordáis? Ellos contestaron: Doce. ¿Y cuántas canastas de sobras recogisteis cuando repartí siete entre cuatro mil? Le respondieron: Siete. Él les dijo: ¿No acabáis de entender?
INVITADOS A REFLEXIONAR
Subir a la barca con Jesús es una hermosa aventura. La barca representa la Iglesia por El fundada y que sigue su singladura a lo largo de los siglos. Estamos seguros porque sabemos de Quien nos hemos fiado. Sabemos que mientras Cristo esté al mando del timón y soplen los vientos del Espíritu, seguiremos adelante. Lo malo es cuando, nosotros, pobres criaturas, queremos marginar a Cristo y seguir el rumbo de nuestros caprichos. La fidelidad a Cristo se patentiza siguiendo las pautas de los sucesores de los Apóstoles, el Papa y nuestros Obispos. La “piedra” de la Iglesia sigue firme mientras permanece fiel a las palabras de Cristo: “Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella”.
Necesitamos viajar con abundancia de pan; un pan que va mucho más allá a la masa sabrosa de trigo: Necesitamos el pan del amor, de la unidad, de la fe, de la esperanza, de la alegría, de la comunidad, de los sacramentos y, de una manera muy especial, de la Eucaristía. No interesa la levadura de los fariseos que, a la larga, permitía que el pan pudiera corromperse. El pueblo israelita, al comenzar su peregrinación, preparó pan sin fermentar. La levadura se excluía de las ofrendas cultuales. (Lev 2,11)
No interesa la levadura de la impiedad, del engaño, de la mentira que solamente consigue el “pan de lágrimas”, que Jesús no quiere en su barca. ¡Qué bien lo expresa san Pablo!: “Rechazad la vieja levadura, para llegar a ser una masa nueva. Celebremos, no con el fermento antiguo ni con el fermento de la maldad o de la iniquidad, sino con la pureza y la verdad”. (I Cor. 5, 7-8)
Danos, Señor, el pan de los fuertes: la Eucaristía.
Danos, Señor, el pan de la fraternidad entre hermanos.
Danos, Señor, el pan de tu Palabra que da vida.
Danos, Señor, el pan de una vida saludable.
Danos, Señor, el pan de una familia unida.
Danos, Señor, el pan de la esperanza en un futuro mejor.
Danos, Señor, el pan de un mundo en paz.
Danos, Señor, el pan de la justicia social.
Danos, Señor, el pan de la alegría duradera
Danos, Señor, en pan de tu presencia activa.
Es hora de que entendamos los planes de Dios en nuestras vidas. La lógica del Espíritu no coincide con la lógica de los sabios, tantas veces interesada y sin sentido. Hemos querido hacer un mundo mejor, pero, paradójicamente, la gente no es feliz. Tenemos cosas, pero no nos poseemos a nosotros mismos. Buena parte de las carcajadas terminan en trágica mueca de infelicidad.
Es preciso que aprendamos a ver, a detectar la voluntad de Dios en nuestras vidas. Cargados con el pan de la sinceridad y de la buena voluntad. Con la mente y el corazón abiertos para recibir el bálsamo de la gracia de Dios. (P. Gregorio Mateu)
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