Grupo de seguidores de Jesús.
Evangelio según san Marcos 3, 13-19: Jesús, mientras subía a la montaña, fue llamando a los que quiso, y se fueron con él. A doce los hizo sus compañeros, para enviarlos a predicar, con poder para expulsar demonios. Así constituyó el grupo de los Doce: Simón, a quien dio el sobrenombre de Pedro, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, a quienes dio el sobrenombre de Bonaerges –los Truenos-, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Celotes y Judas Iscariote, que lo entregó.
INVITADOS A REFLEXIONAR
Jesús llama a doce discípulos, como sigue llamándonos a nosotros para seguir predicando el Evangelio, curar a los enfermos y salvar a los que están perdidos. Los discípulos forman una comunidad variada: judíos, griegos, publicanos, zelotes, pobres, ricos, pescadores... Todos caben en la comunidad del Reino. Sólo se necesita que tengan deseos de servir al Señor, renunciando a las comodidades.
Es preciso proclamar el mensaje de que el Reino de Dios está cerca. Para ello, hay que sanar enfermos, resucitar muertos, limpiar leprosos, expulsar demonios, anunciando que la salvación está cerca. No sólo se refiere a la curación de enfermedades del cuerpo, sino a la ayuda que se presta para asumir las dolencias del alma, dando sentido al dolor y al sufrimiento. Resucitar muertos puede significar devolver la vida a quienes entran en contacto con el Evangelio. Hay personas internamente muertas, sin ilusión, sin fe, sin esperanza. Hay leprosos aislados de los demás, que malviven en solitario, siempre amargados y con nulos deseos de compartir. Hay que alejar los demonios de la comodidad, del conformismo, de la maldad que tanto dañan a nuestra gente.
Urge tomar decisiones. Apremia el reino de Dios. Es hora de dar un paso adelante para ayudar a la gente. Cuando Jesús llama, es preciso responder con decisión. El clamor de la gente sencilla debe llegar a los oídos de los apóstoles de todas las épocas. Es preciso superar la división entre los que confesamos a Cristo. Sigue siendo un escándalo que, en nombre de Cristo, haya tantas confesiones cristianas que se contradicen entre ellas, que predican un mensaje sesgado, parcial, en contradicción con le doctrina de los apóstoles. Y más escandalosas son las luchas entre hermanos que usan a Cristo como elemento de discordia y no como Salvador de todos.
Tenemos que ir con Cristo para seguirle con fidelidad.
Tenemos que ir con Cristo para cumplir su voluntad.
Tenemos que ir con Cristo para aprender de Él.
Tenemos que tocar a Cristo para cambiar de vida.
Tenemos que tocar a Cristo para recibir su gracia.
Tenemos que tocar a Cristo para parecernos a Él.
Tenemos que proclamar a Cristo como Salvador.
Tenemos que proclamar a Cristo para darle gloria.
Tenemos que proclamar a Cristo con nuestra vida.
Tenemos que aprender el mensaje de las bienaventuranzas.
Tenemos que aprender a negarnos a nosotros mismos.
Tenemos que intentar que Cristo crezca y yo disminuya.
Dios habita en mí y me da fuerza para llevar adelante las mejores aventuras. No tenemos que confiar únicamente con nuestras limitadas fuerzas. (P. Gregorio Mateu)
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