Jesús come y comparte con pecadores.
Evangelio según san Marcos 2, 13-17: Jesús salió de nuevo a la orilla del lago; la gente acudía a él y les enseñaba. Al pasar vio a Levi, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos y le dijo: Sígueme. Se levantó y le siguió. Estando Jesús en la mesa en su casa, de entre los muchos que le seguían un grupo de publícanos y pecadores se sentaron con Jesús y sus discípulos. Algunos escribas fariseos, al ver que comía con publícanos y pecadores, les dijeron a los discípulos: !De modo que come con publícanos y pecadores! Jesús lo oyó y les dijo: No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.
INVITADOS A REFLEXIONAR
Jesús lleva a cabo el anuncio del Evangelio desde la actividad, yendo de un sitio para otro, cerca del mar y en la montaña, rodeado de mucha gente que le sigue para ver y oír. Ya había dicho Isaías: “!Qué hermosos son sobre la montaña los pasos del que trae la buena noticia, del que proclama la paz!”. (Is.52, 7)
Más que enseñanzas académicas o lecciones teóricas impartidas desde un púlpito o una cátedra, lo que hace Jesús es entrar y salir, ir y venir, siempre en busca de la liberación total del ser humano. Pone a las personas en movimiento, las quiere en el camino, nunca instaladas en la seguridad y en la pereza. Efectivamente a Pablo le sorprende en el camino. A Leví (Mateo) le saca de la mesa de los impuestos y le invita a caminar: ‘Sígueme”.
En la orilla del mar nos habla de aguas profundas, horizontes de luz, empresas arriesgadas, pescas milagrosas, barcas a la deriva en medio de la tempestad, también de calmas idílicas y sueños apacibles... Así es la vida de los seres humanos. La montaña nos sugiere subidas difíciles, miradas arriba, rebaños esparcidos, encuentros con la divinidad, revelaciones sugerentes... El ser humano es un buscador empedernido de la felicidad; y ésta nunca se encuentra en un sitio concreto; hay que perseguirla día a día para encontrarle en plenitud en el cielo.
La llamada de Jesús va al corazón, despertando sensibilidades dormidas, capaces de brindar al mundo oleadas inacabables de amor. Esta llamada levanta de la comodidad, pone en movimiento los mejores recursos de la persona, sugiere experiencias de felicidad que superan los goces terrenos.
Camina, no te detengas; Dios te espera.
Camina y sigue los pasos de Cristo.
Camina, llevando contigo a tus hermanos.
Camina, te aguardan paisajes muy hermosos.
Camina, recordando que dejar de caminar es la muerte.
Camina, y da un paso más cuando todos se han detenido.
Camina, Cristo te espera en el camino.
Camina, dejando estelas de luz y de amor.
Camina, curando heridas y levantando ánimos.
Camina, mirando siempre tú destino: Dios.
Marcos sugiere provechosas ideas a través de hechos significativos. Jesús habla con sus gestos más que con sus palabras. Las lecciones del evangelista surgen de hechos concretos en los que se manifiesta la bondad, la misericordia, el talante agradable y compasivo de Jesús.
¿Qué razones movieron a Mateo para seguir a Jesús? Simplemente, le vio, le escuchó, se levantó y lo siguió. Las lecciones llegarán después. Alguien diría que la actitud de Mateo responde al “amor a primera vista”.
Así es Jesús. Así es su mensaje. Así son sus seguidores. Seres tocados por el amor incondicional, dispuestos a darlo todo para bien de los hermanos. Mensajes saturados de vida abundante y de felicidad inacabables que sólo pueden valorarse desde la interioridad del ser. (P. Gregorio Mateu)
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