EXALTACION DE LA SANTA CRUZ
Lectura del Evangelio: Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del
cielo, el Hijo del hombre. Y como Moisés elevó la serpiente en el desierto, así
tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga en él
la vida eterna. Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito,
para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque
Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el
mundo se salve por él.
Clave de lectura:
El texto que hoy la liturgia nos propone
está sacado de la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. No nos tiene que
sorprender el que el pasaje elegido para esta celebración forme parte del
cuarto evangelio, porque es justamente este evangelio el que presenta el
misterio de la cruz del Señor, como exaltación. Y esto está claro desde el
comienzo del evangelio: “Así como Moisés elevó la serpiente en el desierto, así
tiene que ser elevado el Hijo del Hombre”. Juan nos explica el misterio del
Verbo Encarnado en el movimiento paradójico del descenso-ascenso. Y es éste el
misterio que ofrece la clave de lectura para comprender el despliegue de la
identidad y de la misión de Jesucristo passus et gloriosus, y podemos decir con
razón que esto no vale solamente para el texto de Juan. La carta a los Efesios,
por ejemplo, se sirve de este mismo movimiento paradójico para explicar el
misterio de Cristo: “Subió. ¿Qué quiere decir, sino que había bajado con los
muertos al mundo inferior?”
Jesús es el Hijo de Dios que al hacerse
Hijo del hombre nos hace conocer los misterios de Dios. Esto solamente él puede
hacerlo, ya que el sólo ha visto al Padre. Podemos decir que el misterio del
Verbo que baja del cielo responde al anhelo de los profetas: ¿quién subirá al
cielo para revelarnos este misterio?. El cuarto evangelio está lleno de
referencias al misterio de aquel que “ha bajado del cielo”.
La exaltación de Jesús está justamente
en este bajar hasta nosotros, hasta la muerte, y a la muerte de cruz, desde la
cual él será levantado como la serpiente en el desierto y “todo el que la mire…
no morirá”. Este mirar a Cristo ensalzado, Juan lo recordará en la escena de la
muerte de Jesús: “Mirarán a aquel que traspasaron”. En el contexto del cuarto
evangelio, el dirigir la mirada quiere significar, “conocer”, “comprender”,
“ver”.
A menudo en el evangelio de Juan, Jesús
se refiere al hecho de ser levantado: “Cuando hayan levantado en alto el Hijo
del hombre, entonces conocerán que yo soy”; “‘cuando yo haya sido levantado de
la tierra, atraeré a todos a mí’. Jesús daba a entender así de qué muerte iba a
morir”. También en los sinópticos Jesús anuncia a sus discípulos el misterio de
su condena a muerte y muerte de cruz. En efecto, Cristo tenía que “sufrir todo
esto y entrar en la gloria”.
Este misterio revela el gran amor que
Dios nos tiene. Es el hijo que nos es dado, “para que quien crea en él no
perezca, sino que tenga vida eterna”, este hijo a quien nosotros hemos
rechazado y crucificado. Pero justamente en este rechazo de nuestra parte, Dios
nos ha manifestado su fidelidad y su amor que no se detiene ante la dureza de
nuestro corazón. El actúa la salvación, a pesar de nuestro rechazo y desprecio,
permaneciendo siempre firme en realizar su plan de misericordia: “Porque Dios
no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar el mundo, sino para que el mundo
se salve por él”.
Algunas preguntas:
i) En el evangelio ¿Qué te ha llamado la
atención?
ii) ¿Qué significa para ti la exaltación
de Cristo y de su Cruz?
iii) Este movimiento de descenso-ascenso ¿Qué consecuencias conlleva en la vivencia de la fe?
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