¿Qué pasa en tu mente
cuando perdonas?
Generalmente, estamos acostumbrados a
tratar el perdón como
un asunto relacionado con la dimensión moral de las personas. Así, el perdón
haría referencia a una especie de purificación del alma o de la mente de la persona
en relación con quien nos ha herido.
Sin embargo, puesto que somos una unidad, todas nuestras
dimensiones (biológica, afectiva, social, psicológica, espiritual) están
relacionadas entre sí, y lo que afecta a una de ellas, afecta a todas de una u
otra manera.
Desde hace no muchos años, el perdón está siendo estudiado desde
el punto de vista psicológico y fisiológico, comprobándose los
efectos beneficiosos que tiene perdonar a los que nos han hecho daño.
Aunque se trata de un proceso que no se puede forzar (especialmente en los
primeros momentos después de haber sufrido el agravio) sí que podemos intentar predisponernos para
el perdón, recordando especialmente los beneficios directos que tiene
sobre la persona que perdona en lo referente a la salud mental.
Reducción del estrés. Cuando
no conseguimos perdonar, el cerebro interpreta como una amenaza incluso la sola
presencia de la persona quien nos ha ofendido, activando las mismas reacciones
físicas de alerta que se desencadenan ante las situaciones de peligro.
En cambio, cuando perdonamos la compasión
y la generosidad que fomentamos nos
hacen sentir bien y en paz con nosotros mismos, con lo que la actividad fisiológica de nuestro cuerpo
se vuelve a estabilizar.
Mejora las relaciones son los demás. La presencia de quienes hemos etiquetado como
“enemigos”, provoca en nosotros una necesidad de desconfiar de otras personas. El cerebro lanza un mensaje
semejante a este: “Si esta persona me ha fallado, nada me garantiza que los
demás no me vayan a fallar también”. Sin embargo, al perdonar, regresa nuestra percepción de seguridad en el entorno en el
que nos movemos.
Mayor creatividad y agilidad mental. Todo el que mantiene algún resentimiento hacia otra
persona, gasta mucha energía
física y emocional, provocando un desgaste en la persona que le
lleva a ejecutar peor las tareas en las que está implicada, y a tomar peores
decisiones de toda índole.
Al perdonar,
nuestra atención se vuelve a focalizar en nuestros proyectos e ilusiones, de
forma que fluyen mejor las ideas y la creatividad.
Pasos para perdonar
Reconoce tu dolor y dale la importancia que tiene. No podrás perdonar si tratas de negar el dolor que
has sentido. Pero tampoco te ayudará magnificarlo. Se trata de ver la ofensa en
su justa proporción, evitando caer en el victimismo.
Recuerda las ocasiones en las que tú eres quien
provocó el daño. Polarizar el mundo en buenos y malos no
suele ser realista y, por lo tanto, no nos ayuda a mirar el problema con una
perspectiva adecuada. Todos hemos herido a otros en alguna ocasión. Quien te ha
herido, también ha hecho alguna cosa buena en su vida.
Comprende al otro. La
persona que te ha herido no lo ha hecho bien y deberá responder ante sus actos.
Pero eso no impide que puedas ponerte en su lugar por un momento y tratar de
entender sus razones. Empatizar con las circunstancias de quien te ha herido,
te ayudará a perdonar con mayor facilidad.