16 febrero 2022

EVANGELIO DIA 17- P. GREGORIO

17 de Febrero- 2022


 


Evangelio según san Marcos 8, 27-33.

En aquel tiempo Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Felipe; por el camino preguntó a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que soy yo? Ellos le contestaron: Unos, Juan Bautista; otros, Elías, y otros, uno de los profetas. Él les preguntó: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Pedro le contestó: Tú eres el Mesías. Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y empezó a instruirlos: El Hijo del Hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los senadores, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y resucitar a los tres días. Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió, y de cara a los discípulos increpó a Pedro: !Quítate de mi vista, Satanás! !Tú piensas como los hombres, no como Dios!

 

INVITADOS A REFLEXIONAR 

El hombre inteligente se mide por las preguntas que hace y no por las respuestas que da. Las respuestas se encuentran en los libros, en las enciclopedias, en los contenidos de la red digital. Las preguntas nos llevan siempre por horizontes desconocidos y nos permiten crecer, aprender, investigar, madurar.

¿Quién dice la gente que soy yo?, pregunta Jesús. La gente, en general, no suele captar la verdad de las cosas, de los acontecimientos o de las personas. Se queda en la periferia, en las apariencias. Le resulta más facial comparar con lo que ya conoce, con las respuestas aprendidas antes. Suelen descansar en el pasado, vivir de recuerdos, deletrear los acontecimientos como de una historia ya conocida. Y Jesús es nuevo, eternamente joven, original en su esencia y espontáneo en sus actos. Identificarlo con Juan, con Elías o con alguno de los grandes profetas del pasado es lo mismo que pensar que todo está  hecho, acabado. Y Jesús es la gran NOVEDAD.

Pedro se atreve a contestar desde la experiencia, después de tener los ojos bien abiertos, con la sinceridad y el aplomo que le caracteriza: “Tú eres el Cristo”. Una afirmación certera, valiente que demuestra que ha captado la verdad profunda del predicador, al que sigue con fidelidad. Y, una vez más, les recuerda que no lo digan a nadie. La gente tiene que verle, escucharle, captando en directo que ha llegado el Salvador. Como Pedro, necesitamos sentir, captar, gozar de la presencia de Cristo en nuestras vidas para que no hablemos de lo que nos han dicho, sino de lo que hemos experimentado.

Tú eres, Cristo, mi Dios y mi Señor.

Tú eres, Cristo, mi senda y mi poder.

Tú eres, Cristo, mi guía y mi destino.

Tú eres, Cristo, fuerza en mi debilidad.

Tú eres, Cristo, consuelo en mi desgracia.

Tú eres, Cristo, sabiduría en mi ignorancia.

Tú eres, Cristo, alegría en mi desánimo.

Tú eres, Cristo, ventura en mi decepción.

Tú eres, Cristo, perdón en mis flaquezas.

Tú eres, Cristo, salvación en mis caídas.

Cada día vamos a conocer un poco más a Cristo. Y jamás tenemos que fabricar un Cristo a nuestra medida. Pedro, con su enérgica actitud, quiere cercenar el futuro de Jesús. No quiere que vaya a Jerusalén, no desea que se someta a la ley del dolor, busca apartarle de sus enemigos. Y el Señor le corrige de una forma muy dura: “Apártate de mí, Satanás”.

 

Pedro confiesa al Jesús glorioso, pero rechaza al Jesús crucificado. Entiende el Reino como poder, dominio, fuerza y se olvida del desprendimiento, del sacrificio que Jesús acepta libremente. Es el momento de seguir a Jesús, renegar de nosotros mismos y tomar la cruz. Poco a poco sabrás quién es para ti Jesús. (P. Gregorio Mateu)

 

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