Tengamos ojos de niño.
Evangelio según san Marcos 4, 21-25:En aquel tiempo dijo Jesús a la muchedumbre: ¿Se trae el candil para meterlo debajo del celemín o debajo de la cama, o para ponerlo en el candelero? Si se esconde algo es para que se descubra; si algo se hace a ocultas, es para que salga a la luz. El que tenga oídos para oír que oiga. Les dijo también Atención a lo que estáis oyendo: La medida que uséis la usarán con vosotros, y con creces. Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene.
INVITADOS A REFLEXIONAR
El Evangelio de Marcos en espontáneo, sencillo, lineal, alejado de sofisticadas reflexiones teológicas. Se atiende a los hechos, contados con sencillez y frescura matutina. Es esquemático, constituido por 11.229 palabras, frases entrelazadas con la conjunción copulativa “y”. Es el Evangelio de las maravillas, epifanía permanente de la bondad de Dios.
Sigue Jesús hablando en parábolas, como acciones asequibles que nos invitan a seguir adelante y a llevar a la práctica las recomendaciones del Evangelio. Todo el Evangelio es una gran parábola de dimensiones universales, aplicable a todas las personas y en todos los tiempos. Jesús mismo es una parábola de Dios, inexplicable a la simple lógica humana, pero llena de contenido humano y divino para el que ha experimentado el estremecimiento de la fe.
Jesús habla el lenguaje de los pescadores, de los campesinos, de las amas de casa. No usa palabras sofisticadas ni busca hechos extraordinarios. Prefiere el lenguaje del pueblo, los hechos de cada día, las situaciones más normales que están al alcance de todos. El candil, la luz, la cama, la casa, la oscuridad le sirven para recordar que las buenas obras deben brillar con luz propia, que el buen ejemplo debe ser la norma de los que quieren seguirle.
Así mismo, nos recuerda que lo que hacemos, los servicios que prestamos, la bondad que aplicamos en nuestro diario quehacer, no quedarán en el olvido. Tendrán una repercusión que nos afectará sensiblemente y se nos devolverá con creces. Si sabemos y logramos perdonar a los hombres, recibiremos el perdón de Dios. La medida que usemos con los demás, la usará, luego, con nosotros.
Quien no tenga miedo a dar, sabrá lo que es recibir.
Quien intente compartir, probará las mieles de la solidaridad.
Quien aprende a sonreír, recibirá el bálsamo de la alegría.
Quien sea capaz de ayudar, gozará del auxilio necesario.
Quien logre perdonar, será perdonado.
Quien sepa abrir su corazón, nunca estará solo.
Quien sigue en el camino de Cristo, nunca se perderá.
Quien pide con confianza, siempre recibirá.
Quien acepte su propia cruz, alcanzará el poder de la luz.
Quien tenga a Cristo como Señor, será un fiel servidor
Hay que tener bien abiertos los ojos del alma para contemplar, en los hechos sencillos y sin protocolo, las maravillas de Dios a través de Jesús de Nazareth. Es preciso estar siempre abiertos a la sorpresa para detectar la luz de Dios en medio de las oscuridades humanas que han mantenido al hombre lejos de la verdad.
Todavía hoy podemos leer la Palabra como una realidad presente, asequible, adaptada a todos los tiempos, a todas las culturas, a todas las mentalidades. Es preciso leer el mensaje de Jesús con ojos de niño, abiertos siempre a la sorpresa y dispuestos en todo momento a ver la mano de Dios en los acontecimientos más sencillos y aparentemente vulgares.
Dios habla a través del mar, de la montaña, de los utensilios domésticos, del mundo animal, del dolor, de la tempestad y de la calma. Dios está presente en el corazón del hombre, pero también en la insignificancia de los pequeños detalles del quehacer laboral o de la vida doméstica. (. Gregorio Mateu)
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